lunes, 22 de marzo de 2010

Torre de Babel


Cuando encontramos barreras de comunicación, podemos ampararnos en frases de extrañeza, de recapitulación o de refresco: “Se me ha comprendido o mal o me estoy explicando fatal... Lo que pretendo decir es simple y llanamente que me niego a admitir esa propuesta… Bueno, todo es relativo y malo será que no confluyamos en un punto de encuentro…”. Aun así, seguiremos presenciando caras de sorpresa, incomprensión y repulsa. Un mismo idioma puede retorcerse, enturbiarse o fragmentarse hasta hacerse incomprensible. Hablando una misma lengua, creemos hallarnos en una torre de Babel cuando no es adecuada la comunicación; aunque no estemos en Babilonia ni pretendamos alcanzar el cielo.

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