jueves, 20 de mayo de 2010

Violencia en los centros sanitarios


Al áspero asunto de la violencia en los centros sanitarios me referí al tratar sobre la indefensión del médico de cabecera. Con anterioridad ya había reflexionado sobre este problema, recogí la entrada “violencia” en mi particular léxico sanitario de la Atención Primaria e incluso sentí el impulso de comunicarle a la autoridad sanitaria mi preocupación por un hecho consabido: el progresivo aumento de la violencia dirigida contra los profesionales sanitarios, partiendo del incumplimiento por un número mayor de individuos de las mínimas normas de corrección en el trato, durante el uso de los servicios que el Sistema Público de Salud les brinda. Transmitía mi malestar en un momento en que se constataba un incremento de los incidentes críticos en los cuales la violencia imperaba. Generalmente expresada de modo verbal con insultos o ataques coléricos de sujetos airados, en pocos casos mediante agresión física, aun en circunstancias de trato exquisito y de cesiones humillantes por parte de los profesionales de la salud. Y reflejaba en el papel otros pensamientos inmutables que a continuación detallo. No creo que los centros de salud deban ser considerados ámbitos peligrosos pero, en general, han dejado de ser lugares pacíficos donde entablar una distendida relación médico-paciente.


Desde la lejana sumisión paternalista a la actual altivez agresiva...

¿Qué está pasando desde hace un tiempo? No son pocos los usuarios arrogantes que, incumpliendo horarios de citación y eludiendo toda norma, exigen ser vistos por motivos triviales por facultativos que no les corresponden, a la hora que ellos estiman, abusando de los servicios y despreciándolos por gratuitos. Algunos no admiten ni la mínima crítica respecto a un libre albedrío que perjudica claramente a terceros, en una actitud de insolidaridad inaudita, estallando con facilidad y prorrumpiendo en insultos y amenazas

La repetición de incidentes cargados de agresividad, de estallidos de ira –¡esa breve locura!– protagonizados por usuarios insatisfechos o desencantados, que no ven cumplidas sus expectativas, y que afectan a la generalidad de los sanitarios, hace pensar en un brote epidémico de violencia. Lo que antes era impensable, ahora es habitual. Y no hallo más razones que las derivadas del estrés social reinante, reflejado en la importante prevalencia de trastornos de ansiedad. (El estrés social y la frustración social son detonantes de agresividad.)

Ya no se puede estar tranquilo con la más absoluta sumisión, ni siquiera con la más extrema complacencia, por mucha profesionalidad y buena disposición que se tenga para una relación cordial médico-usuario. Por la mínima, se demanda; se tienen dado reclamaciones por no acceder a informes improcedentes y rechazar la falsedad documental. Finalizada la jornada, muchos médicos marchan para casa con una carga emocional añadida, desmoralizados y con un “trabajo extra”, candidatos a profesionales quemados.

La presión ejercida sobre los profesionales puede acarrear consecuencias no deseables para el buen funcionamiento de los centros sanitarios. De poco valen protocolos de violencia sin un apoyo institucional; no dejaríamos de escribir casi a diario, como si de un ataque bidireccional se tratase, alejados de una atención sanitaria digna y de calidad, fuera de un marco de comprensión y respeto mutuo. La Administración sanitaria debe actuar de modo responsable, informando a la ciudadanía y disponiendo medidas sancionadoras.


Es preciso frenar cualquier escalada de violencia en los centros sanitarios. ¿Cómo? Yo propongo tres estrategias. Primera: difundiendo entre los usuarios las obligaciones que les corresponden (para muchos sólo parecen existir derechos). Segunda: mediante una campaña institucional anti-violencia divulgadora a través de los medios de comunicación. Tercera: estableciendo definitivamente una “Unidad de Atención al Usuario” que, además de orientar, sirva para aplacar los ánimos de quienes poseídos por accesos de ansiedad son incapaces de entrar en razón e impiden el desenvolvimiento normal de la asistencia.
***
Agresiones tipificadas como atentado.- Jurídicamente, se ha decidido endurecer la protección de maestros y médicos tipificando como atentado las agresiones a los profesionales de la enseñanza y de la sanidad.

Sistema de alarma en los ordenadores.- Como medida frente a la violencia y las agresiones en el medio laboral, el Servicio Gallego de Salud (Sergas) ha decidido simplemente implantar un sistema de alarma en los ordenadores de los centros de salud y de los Puntos de Atención Continuada (PAC). Serán los compañeros del presuntamente agredido quienes salgan en su defensa; no supone coste de personal: se evita contratar guardias de seguridad.

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5 comentarios:

  1. Es horrible la falta de respeto a todo - y a todos - que hay en general. Quizás pueda estar "justificada", en más de un caso, esa actitud que describes, pero también creo que la falta de educación y de escrúpulos campa a sus anchas por todas partes sin que parezca importarle a nadie.

    Ojalá te escuchen y consideren tus propuestas aquellos que pueden hacer algo.
    Un saludo.

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  2. No cabe duda de que lo expuesto respecto al ámbito sanitario es reflejo del profuso comportamiento incívico de nuestros días. Por supuesto que hay gente educada, respetuosa y afable, y que no todo lo pasado fue mejor. Pero en cuanto al trato interpersonal se echa en falta la cortesía de otros tiempos.
    Gracias, Lola MU, por tu comentario y por tu deseo concordante.

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  3. Nunca mejor explicado Jose Manuel, haces un repaso pormenorizado y muy bien explicado de este problema, que es un poliedro con muchas aristas, que no tiene una única solución y en la que la administración tiene parte de culpa al dejar al médico de familia como "portero" de un sistema que crea expectativas que luego incumple sistemáticamente. un abrazo. mateu seguí
    http://borinot-mseguid.blogspot.com/2011/01/las-agresiones-los-medicos.html

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  4. En efecto, Mateu, el problema de la violencia es multifactorial y ha de afrontarse desde los diferentes planos: socio-sanitario, educativo general, político, jurídico... Al fin y al cabo, el incremento de las agresiones en los centros sanitarios no es más que el reflejo de un progresivo deterioro social. Y como profesionales potencialmente afectados haremos bien en no cruzarnos de brazos y presentar propuestas de soluciones, esperando que algún día se tengan en cuenta.

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  5. Por cierto, amigo Mateu, es muy preocupante que el 65% de las agresiones a médicos se produzcan actualmente en el primer nivel asistencial (y mucho más en consultas que en servicios de urgencias extrahospitalarios: 57% frente al 8%), lo cual creo que es un cambio con lo que acontecía o se pensaba. Hemos de tener en cuenta que en los centros de salud no hay guardias de seguridad y trabajamos en solitario, completamente indefensos en todos los sentidos; y cuando faltan compañeros –no cubiertos–la sensación de desamparo es mayor.
    Un abrazo.

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