lunes, 24 de agosto de 2015

Para la isla desierta: Stabat Mater de Dvořák

La Piedad (1560), de Luis de Morales 

Una auténtica obra maestra, increíblemente poco conocida a pesar de su belleza y calidad. El Stabat Mater de Antonín Dvořák sorprende por su autor, a quien se conoce más por sus obras sinfónicas o de cámara. El impacto emocional que produce la audición de esta música pocas veces podrá compararse... y no es una exageración. Una sola audición basta para comprobarlo.
Sí, las sinfonías son hermosas, pero me parece que lo mejor de Dvorák es su Stabat Mater. Cuando lo escuché por primera vez me dejó de una pieza... y me emocionó como pocas, muy pocas obras lo han hecho. Que música tan bella, tan concentrada y sin aspavientos, es una aceptación del dolor, un canto de resignación... y un final maravilloso, único. Debería conocerse más esta obra tan bella.
Basten estas palabras ajenas para valorar una impresionante composición, nacida del infortunio del gran compositor checo: fue concebida tras la muerte de su recién nacida hija Josefa, el 21 de septiembre de 1875 (contaba dos días de edad), y completada tras la muerte en 1877 de otros dos hijos, Růžena (de once meses) y su primogénito Otakar (de tres años y medio). Antonín Dvořák (1841-1904) eligió la forma musical del Stabat Mater para expresar su dolor y hallar consuelo, y rara vez su sensibilidad creadora alcanzó cotas tan elevadas. Son bien conocidas y apreciadas las obras sinfónicas de Dvořák, sobre todo la Sinfonía nº 9 "Del Nuevo Mundo" y el Concierto para violonchelo, pero su maravilloso Stabat Mater parece estar, inexplicablemente, en segundo plano. Es difícil encontrar una composición clásica tan impactante, y menos siendo de carácter sacro. Yo me siento profundamente seducido por su encanto. Traigo aquí su emocionante final y dejo el enlace a una interpretación completa. Disfruten esta obra única e inolvidable.


Antonín Dvořák: Stabat Mater - Quando corpus
Stefania Woytowicz · Vera Soukupova · Ivo Zidek · Kim Borg · Tschechischer Sängerchor Prag · Josef Veselka · Czech Philharmonic Orchestra · Vaclav Smetacek
[v. análisis y texto AQUÍ]
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Anexo.- Otras composiciones de Dvořák que merecen ser escuchadas: sus nueve sinfonías, sobre todo las cinco últimas, y en especial la nº 9 "Del Nuevo Mundo" [grab. AQUÍ], la nº 8 y la nº 7 (sin despreciar las n° 6 y n° 5), el Concierto para violonchelo [grab. AQUÍ], la Serenata para cuerdas, las Danzas eslavas, el Cuarteto americano [grab. AQUÍ] y, tal vez, la ópera Rusalka (en especial el precioso "Himno a la luna"). Aunque, además de otras obras orquestales, de cámara y operísticas, también consideraría algunas canciones y piezas para piano.

Patobiografía dvorakiana.- Al parecer, Dvořák no había estado nunca enfermo, o no había padecido enfermedades dignas de mención, pero a partir de un proceso gripal su salud empeoró repentinamente. Sobre si la causa de su fallecimiento, a los 63 años, fue la propia influenza o su complicación con un accidente cerebrovascular (trombosis cerebral), las fuentes de información difieren.

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