martes, 28 de noviembre de 2017

Entre despropósitos sanitarios


Pobre barquilla mía, / entre peñascos rota,
sin velas desvelada, / y entre las olas sola.

LOPE DE VEGA

Cuando estaba atendiendo a un paciente complejo (crónico, polipatológico), ¡zas!, llamada del 061 para atender a otro en domicilio, muy lejos de mi distrito. Y adiós al primero, por no haber Servicio de Urgencias específico ni zonificación en la asignación de pacientes. ¡Calidad! 

Entiéndase la irónica admiración. No puede entenderse la calidad en salud pretendiendo que se hagan dos o más cosas a la vez. Tampoco alcanzamos a comprender que haya pacientes no asignados al centro de salud más próximo a su domicilio existiendo la posibilidad de visitas médicas domiciliarias. Es preciso zonificar en aras de ordenar la atención sanitaria.

El paciente domiciliario urgente era un cardiópata con insuficiencia tiroidea secundaria al tratamiento de su fibrilación auricular con amiodarona. El cardiólogo lo atendía virtualmente mediante telemedicina y no llegó a ver los últimos resultados de la analítica que él mismo solicitara.

Se habla de las bondades de la consulta médica virtual o telefónica (telemedicina), frente a la presencial de toda la vida, para solucionar el creciente problema asistencial, sin detenerse en los posibles efectos secundarios. Es bueno analizar experiencias ajenas, teniendo en cuenta nuestras particularidades. Estamos convencidos de que las consultas virtuales, convertidas en telemedicina sistemática, aumentan los ingresos hospitalarios. Entrañan inseguridad y gasto. (Al hilo, nos preguntamos si no acabará habiendo un nuevo especialista: el ‘telemedicinólogo’.)

La reflexión consecuente nos reafirma en la necesidad de reordenar, centrar propuestas y objetivos, determinar verdaderas necesidades de los pacientes, procurar menos consultas y más resolutivas, revisar prescripciones, prestar apoyo logístico a los profesionales y buscar la sensatez.

Los pacientes complejos (crónicos, polipatológicos) precisan detenida atención y longitudinalidad en atención primaria, y celo y continuidad en hospitalaria. Y considerando el progresivo aumento de personas dependientes, frágiles, con limitación de movilidad o deterioro psíquico importante, creemos que la tecnología puede ayudar, desde luego, pero teniendo presentes las carencias de los pacientes ancianos para realizar funciones más complejas que las de la vida diaria. Nada es bueno ni malo; depende del adecuado uso que le demos a las cosas.

Una barca sobre el océano - Maurice Ravel

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