lunes, 19 de enero de 2009

Burocracia médica


La burocracia en los países latinos
parece que se ha establecido para vejar al público.
Pío Baroja

La burocracia médica en Atención Primaria de Salud es un factor determinante de la presión asistencial y del tiempo disponible para cada paciente. ¿Por qué?, se dirá el profano. Pues porque los preceptivos trámites burocráticos (renovación de recetas, partes de incapacidad laboral, informes y formularios diversos) provocan aumento de la demanda y, en consecuencia, merman sustancialmente el tiempo disponible para la atención a los pacientes. 

Frente al exceso de burocracia en AP, se habla de desburocratizar el sistema, de simplificar el innumerable papeleo. La respuesta a este problemático apartado incidiría positivamente disminuyendo la presión asistencial, al reducir la demanda por cuestiones no médicas.

De cualquier manera, hay una burocracia médica útil, imprescindible, y otra burocracia médica inútil, prescindible (rutinaria y fastidiosa). Un hecho indiscutible que, de entrada, me impulsa a realizar  propuestas sensatas.
  • Mantener sólo documentos ineludibles: hojas de interconsulta, hojas de solicitud de pruebas complementarias, partes de enfermedades de declaración obligatoria.
  • Reconsiderar documentos discutibles (prescindibles o mejorables): partes de incapacidad temporal (IT), informes sociales, formularios de solicitud de material ortopédico.
  • Desestimar documentos inútiles o improcedentes (no pertenecientes a la atención pública de salud): informes para “visados”, “justificantes” para empresa, certificados específicos (deportivos, patroneo de yate y otros).
        En buena lógica, habría que mantener únicamente la burocracia realmente útil, por el bien de todos y por la buena salud del sistema sanitario. Pero es tal el problema hispánico del exceso burocrático, está tan arraigado, que parece consustancial a la condición ibérica (excluyendo Lusitania), y tildado por los más críticos de burrocracia. Los médicos han clamado durante años y los dirigentes sanitarios, en general, han preferido mirar para otro lado, como si no les incumbiese o ebrios de eficiencia, sin reparar en el aforismo de Peter Drucker: “No hay nada más inútil que hacer eficientemente aquello que no debería hacerse de ninguna manera”. 

        Por otra parte, la burocracia puede ser generadora de conflictos, cuando no se accede a peticiones improcedentes (p.ej. certificar algo que no se puede constatar); algunos usuarios se violentan y llegan agredir al facultativo.

        El malestar suscitado por la imposibilidad de atender con un mínimo de calidad a los pacientes, por la falta de tiempo en consulta, fue razón suficiente para la creación, en el año 2000, de la Plataforma 10 Minutos, con el lema de 10 minutos por paciente, 25 pacientes por día y 1200 personas por médico. Además de esta plataforma estatal, se han formado más recientemente otras organizaciones específicas contra la rémora burocrática, autonómicas y provinciales, como el Grupo AntiBurocracia de Madrid, activo desde enero de 2008.

        La lucha antiburocrática es ardua, agotadora y, muchas veces, desmoralizante, cuando la justa aspiración se torna utópica. Hasta ahora ha sido una guerra de guerrillas; no se ha planteado una batalla general y coordinada. Por eso la recompensa ha sido escasa: quizás pequeños logros, útiles en un ámbito geográfico determinado, pero no en la globalidad del territorio. Y pese a todo, los médicos de familia no se rinden. LA LUCHA CONTINÚA.
        ***
        RECAPITULACIÓN. La burocracia médica, en especial la inútil, aumenta la presión asistencial y detrae tiempo para la asistencia a los pacientes. Además, puede ser fuente de conflictos con algunos usuarios; no pocas actitudes violentas se originan en ella. Es preciso perseverar en la lucha antiburocrática para que los gestores-políticos actúen con responsabilidad y eliminen todo el papeleo inoperante.

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